Sin decir nada más, estoy segura segura segura que nunca nadie asistirá a una boda de características como ésta. A lo mejor tus padres, o igual ni eso, tus abuelos. Pero hoy, en el 2011, en León, vamos a celebrar una boda por todo lo alto y como Dios manda.
Fenomenal.
Y se casa un amigo que es lo más entrañable que puedan echarse al rostro.
Y con amigos así, da gusto, porque la mesa donde voy a estar sentada puede que sea la más divertida de la historia de las mesas de bodas. ¡Viva el novio!
Volver a mi pueblo, si, ese al que yo iba de pequeña en barco. ¡Qué fantástico!
Para casarse hay que echarle huevos, como hay que echarle huevos para dar la vuelta a la tortilla de patata.
Si bien creo que el secreto de una buena tortilla de patata está ahí, en la patata y cómo y cuánto la fríes. Digo creo, porque no consigo atinar en la fabricación de una tortilla de patata excelente. Tampoco es lo que lo intente semanalmente... En mi último intento, creo que he estado cerca de ser una buena tortillera.
La verdadera maestra tortillera es la Gallega, eso es así.
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